BIOGRAFIA< enrera
Madrileño de origen, nació en el seno de una familia humilde el 22 de febrero de 1896 que poseía una taberna en las afueras de la ciudad. Allí, entre el proletariado más desfavorecido, tomó conciencia de las contradicciones sociales, trabajó como carpintero y estuvo vinculado al Sindicato de la Madera de la CNT, donde desarrolló una importante actividad defendiendo los postulados anarcosindicalistas contra la monarquía de Alfonso XIII, por lo que fue encarcelado. A principios de la década de los 20, Enrique formaba parte de un grupo anarcosindicalista en el barrio de Bellavista, en Cuatro Caminos.
En sus memorias, Enrique denuncia la manipulación de los políticos republicanos y sus contradicciones, tanto en el proceso que llevó a la proclamación de la Segunda República como en el periodo posterior. Formó parte del Comité Pro-presos organizado por la CNT, estuvo encarcelado durante varios meses y acabó perdiendo el empleo en el taller de carpintería donde trabajaba quedando él y su familia en una situación desesperada. Tras los acontecimientos de Octubre de 1934, tras salir de la cárcel, sin trabajo ni recursos económicos Enrique, de acuerdo con su compañera, decidió trasladarse a Barcelona contando con tan sólo 50 pesetas que le dio un vecino, emprendió el viaje y gracias a los apoyos de los compañeros empleados en el ferrocarril pudo ahorrarse el billete.
Solitario y sin recursos para subsistir llegó a la capital catalana donde tuvo que dormir al raso varias noches. Puesto en contacto con los sindicalistas de la CNT participó en diferentes acciones para evitar que los “esquiroles” reventasen alguna de las huelgas convocada. Consiguió emplearse como limpiador de las cloacas de la ciudad. Un trabajo “duro y repugnante” pero que le ayudó a salir de la situación de desamparo en la que se encontraba y así pudo reunirse con su compañera y sus dos hijos que llegaron desde Madrid para instalarse en el barrio de Sants.
Enrique vivió con intensidad las jornadas que siguieron al 18 de Julio de 1936. Quiso alistarse como voluntario en las Milicias Confederales que se dirigían al frente de Aragón, pero su compañera le puso como condición irrenunciable que si se iba él se iban los cuatro al frente, lo cual le hizo cambiar de idea. Formó parte de la Patrullas de Control Revolucionarias formadas por militantes de las organizaciones sindicales, de Esquerra Republicana y el POUM con la finalidad de perseguir a los individuos sospechosos. Tras los hechos de mayo de 1937, se disolvieron las Patrullas y Enrique se desplazó hacia Aragón con la propuesta de proporcionar jabón a las colectividades, ante la falta de este producto higiénico. Fue en la colectividad de Sariñena (Huesca) donde pudo llevar a cabo esta idea pero tuvo que abandonar la actividad ante la llegada de Líster al mando de una unidad comunista contraria a las colectividades. Su huida de Sariñena acabó en Mayals (Lleida) donde ejerció como secretario de la colectividad local hasta finales de 1938, tras la batalla del Segre.
De regreso a Barcelona, Enrique estuvo trabajando en una empresa eléctrica colectivizada hasta que la inminente llegada de las tropas rebeldes a Barcelona le obligó a iniciar el camino del exilio, junto a un grupo de sindicalistas de Sants, quedando su compañera y sus dos hijos en Barcelona. Cerca de la frontera se incorporaron a la 26ª División y el 10 de febrero cruzaron la frontera donde les esperaban los gendarmes, teniendo que abandonar las armas. Conducido hacia Arageles, Enrique permaneció varios meses en los campos de refugiados hasta que se alistó en la 31 Compañía de Trabajadores Extranjeros siendo destinado a realizar trabajos defensivos en la región de Alsacia. Pocos días después de la invasión alemana, fue detenido y conducido al frontstalag 140 en Belfort donde permanecía encerrado, como prisionero de guerra, en el mes de octubre. Posteriormente fue trasladado al stalag XI-A en Alttengrabow y de allí fue deportado a Mauthausen junto a otros 50 republicanos. Ingresó en el campo el 3 de noviembre de 1941 con la matrícula 3231. Permaneció en el campo central destinado en la cantera y consiguió alguna ración de comida suplementaria realizando grabados artísticos en las placas que los presos llevaban en la muñeca. En julio de 1943 fue trasladado al kommando de Sankt Lambrecht donde fue liberado.
Enrique salió del campo muy deteriorado físicamente, se vio obligado a recibir tratamiento y pasó algunas temporadas en diferentes sanatorios intentando recuperar su salud. Se instaló definitivamente en la población de Bandol (Costa Azul) y a lo largo de las décadas siguientes colaboró con el movimiento libertario, dedicando su esfuerzo a la Federación Española de Deportados (FEDIP) en cuya revista publicó un breve relato sobre su estancia en el campo. En 1979 publicó “Recuerdos de un militante de la CNT” donde dejó recogida su trayectoria personal, desde su primera militancia en el Madrid de la Restauración hasta su salida al exilio. Falleció en Bandol a principios de 1985.