BIOGRAFIA< enrera
Antonio, era un zaragozano, nacido el 17 de enero de 1917 y su familia había emigrado a Barcelona donde nació su hija Filomena de una relación anterior a su matrimonio con Celia Pons Vendrell, de Cervera (Barcelona) localidad en la que Antonio estaba destinado como Agente del Cuerpo de Seguridad de la Generalitat. Militante del PSUC, durante la guerra parece ser que fue comisario político. Con la derrota de la República ambos salieron al exilio mientras que su hija quedó en Barcelona con su abuela Caridad, la madre de Antonio.
Antonio y Celia, fueron separados a los pocos días de su llegada a Francia. El día 8 de abril de 1939 escribía a su madre, desde el campo de Saint Cyprien, transmitiéndole su preocupación por aquella separación producida dos meses antes, mostrando toda su presisposición para hacer todo lo posible para reunirse con su esposa, pidiendo a su madre que buscase ayuda e influencias para conseguirlo: “mi esposa no tiene nada que ver en todo esto y ella no ha hecho más que seguirme (...) Estoy dispuesto a que se me juzgue, y se vea ni nobleza (…) en cuanto a mi salida de España, fue a instancias y obedeciendo órdenes recibidas... hasta que nos vimos en la frontera, pues como Ud. puede ver ya no había remedio y era imposible volver atrás”.
Antonio fue trasladado al campo de Agde a principios del mes de mayo y el 16 de julio volvía a insistir, mostrando su angustia, el hartazgo de la situación y deseperado por la separación con su esposa, por el estado de salud de ambos, por las presiones recibidas, también por el deseo de volver para normalizar la situación familiar... y por la promesa hecha a los padres y a los hermanos de Celia, de que en cuanto se recuperase la dejaría volver a casa “pues no quiero que sufra más”.
En Cardona, el hermano de Celia, a quien Antonio le había escrito una extensa carta pidiéndole ayuda, consiguió avales para Celia pero no para él. Así, entre dudas, búsqueda de ayudas y los avales llegó el 3 de agosto de 1939 fecha en que Celia, aquejada de meningitis, falleció en el hospital de Clermont Ferrand. Antonio, ante la extrema gravedad de su esposa, había sido autorizado a desplazarse al hospital y pudo pasar las últimas horas con Celia. La carta en la cual comunicaba la muerte evidencia la tristeza y el abatimiento de Antonio, acabándola con lacónico “yo ahora estoy completamente sólo”.
Algún consejo de su madre, transmitido entre líneas para evitar la censura militar, le hicieron consciente de las dificultades para volver a Barcelona, a pesar de que su cuñado parecía haberle conseguido algún aval firmado por la Falange. Todos los esfuerzos iban a ser en vano. En septiembre comenzaba la Segunda Guerra Mundial, y los refugiados españoles se convirtieron en mano de obra barata para el gobierno francés. Antonio salió del campo, durante los últimos días de septiembre, para ir a vendimiar a la población de Fabregues y un vez acabado el trabajo fue trasladado al campo de Sanit Cyprien donde se incorporó a la 151.ª Compañía de Trabajadores, con destino al departamento de Loir et Cher. La extrema climatología, con grandes nevadas y frío muy intenso, le minaron la salud y una afección hepática le llevó al hospital de Blois, mediado el mes de abril, donde estuvo ingresado hasta el 14 de mayo de 1940.
Tras la invasión alemana Antonio fue trasladado a Argelés; a partir del mes de julio tuvo dificultades para comunicarse y numerosas cartas de la familia fueron devueltas a Barcelona y otras llegaron con mucho retaso. La situación ponía nervioso a Antonio que no cejaba en su empeño de pedir avales e indicando a su madre que acudiese a todos los conocidos para resolver definitivamente su situación y, así, regresar a casa cuanto antes. Desde el 6 de agosto se encontraba en un campo ubicado en Port Vendres, posteriormente volvió a Argelés y el 10 de abril de 1941 fue trasladado al campo de Recebedou, desde donde escribió, una carta a su madre, instándole de forma exigente que hiciesen todo lo imposible, buscando la ayuda de quien fuese, para agilizar su regreso a España.
Declarado útil para el trabajo formó parte de un Grupo de Trabajadores Extranjeros realizando duros trabajaos agrícolas para los que no estaba preparado. A las dificultades materiales e añadía la falta de libertad para moverse por el territorio sin una documentación adecuada. Ese fue, al parecer, el motivo por el cual, a finales de octubre, Antonio fue detenido por la policía francesa, juzgado y encarcelado durante varios meses.
Una vez más las esperanzas de regresar a España quedaron truncadas; cuando recuperó la liberad fue enviado al 74.º GTE, destinado al Arsenal de Roanne, donde otra vez volvió a vivir en precario, sin ropa adecuada y sin nada de dinero. Desde España no llegaban respuestas positivas respecto a su regreso y, harto de todo, aparecieron nuevos planteamientos para su futuro más inmediato, como el de pedir ser trasladado a Alemania para salir de la situación en que se encontraba en Francia. Durante los meses siguientes aumentó su desesperación hasta que se cortó la comunicación epistolar con la família a partir del mes de abril de 1944. A partir de entonces, las cartas que envió Caridad desde Barcelona, le fueron devueltas y el 27 de julio se recibió la última carta, se trataba de una breve nota, escrita en alemán, donde Antonio señalaba que se encontraba bien. Después el silencio, las preguntas y el desconocimiento sobre lo sucedido.
Antonio Ruiz fue uno de los 2.000 hombres deportados en un convoy que se había formado en Compiegne y que partió el 21 de junio hacia Alemania. Su detención pudiera estar relacionada con las represalias que, en marzo de 1944, se llevaron a cabo en Montmelian contra grupos de españoles, por los sabotajes que se habían realizado en las instalaciones eléctricas de la zona, cercana a donde se hallaba Antonio.
Los grandes convoyes que, aquellas semanas, partieron desde Compiegne tenían como destino el campo de Buchenwald y el de Mauthausen. Parece ser que el convoy al que nos referimos, al llegar a Weimar, estación próxima a Buchenwald, estuvo parado un tiempo antes de seguir hacia el campo de Neuegamme, donde llegó el 24 de mayo. A Antonio le fue asignada la matrícula 31953 y, posteriormente, fue trasladado a Schandelah, cerca de Brunswick, a trabajar en una refinería de petróleo que funcionó entre septiembre y abril del año siguiente. El 10 de abril, los internos fueron evacuados ante los bombardeos de la aviación alidada, siendo trasladados a Wöbbelin, un lugar donde convergían los convoyes con prisioneros procedentes de otros campos. En este lugar permaneció Antonio hasta su liberación el 2 de mayo de 1945.
Sus familiares nada han podido averiguar sobre el destino final de Antonio a pesar de haber consultado diferentes organismos internacionales. Todo ha sido inútil y todavía permanecen abiertos muchos interrogantes, muchas dudas e incógnitas que han quedado sin respuesta despues de tantos años desde que se produjo la liberación de los campos nazis.
V.: CALVO GASCÓN, J.M.: Itinerarios e identidades. Republicanos aragoneses deportados a los campos nazis. Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2011.