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Nacido el 31 de agosto de 1920, en la calle Margarit del Poble Sec, donde una placa a la entrada de la casa recuerda su figura, era hijo de Bartolomé, también barcelonés, y de Ana, procedente de Fraga. Con sus dos hermanas, su infancia y juventud se desarrolló en el marco de la menestralía, por el oficio del padre, propietario de la sastrería “Boix”, en el mismo barrio, y en contacto con los círculos libertarios que frecuentaba Bartolomé, aficionado también a la fotografía.
Cuando estalló la guerra, Boix tenía 16 años y ya compartía con su padre el gusto por la fotografía, lo que le empujó a desarrollar una tarea de documentación de los hechos que iban sucediendo. Espectador de los acontecimientos en el barrio y su entorno, desde las barricadas del Paralelo al asalto al cuartel de las Atarazanas, tardó poco en afiliarse a las Juventudes Socialistas Unificadas y compartió experiencias y amistad con Teresa Pàmies y Gregorio López Raimundo. Con la cámara como compañera inseparable, trabajó para la revista Juliol y asistió a actos del partido hasta que fue a luchar como voluntario a la 30ª División (antigua columna Macià-Companys).
La derrota le llevó a emprender el camino hacia Francia, donde pasó por los campos de Vernet y Septfonds, donde fue incorporado a la 28 CTE, destinada a Vosgues, mientras el padre era detenido e ingresado en la Modelo, hasta morir precozmente el año 1942. Francesc Boix fue capturado por los alemanes en el norte de Francia, en los Vosgues, y tras recorrer el camino de los frontstalags y los stalags, acabó por ser deportado a Mauthausen, donde llegó el 27 de enero de 1941.
Ese mismo año, otro republicano deportado, el tortosino Antonio García Alonso, había sido destinado al Servicio de Identificación del campo, debido a su oficio de fotógrafo, y Boix no tardó en poder también incorporarse, a finales de 1941, y en ir cogiendo responsabilidades en la tarea de documentación gráfica, a la que también se sumó el madrileño José Cereceda, a finales de 1943. Es bien conocida la arriesgada tarea de robo de negativos, a partir de una serie de acciones combinadas, desde los círculos de resistencia de los republicanos de Mauthausen hasta la salida del material del recinto por parte del comando de jóvenes Poschacher y su escondite en casa de Anna Pointner, a partir de 1944.
Después de la liberación del campo, comenzó la tarea de Boix como fotógrafo, por encargo del PCE, que comportó cientos de documentos, desde retratos de los republicanos supervivientes, las instalaciones, la asamblea del partido en la sala de duchas , el interrogatorio del comandante Franz Ziereis, tras su captura...
Una vez repatriado en Paris, colaboró en la prensa cercana al Partido Comunista Francés (Ce Soir, Regards, L'Humanité) y las fotografías ilustraron el horror del campo en varios libros publicados en los años inmediatos a la liberación. Constituido el Tribunal Internacional de Nuremberg, el 28 y 29 de enero de 1946, Boix aportó su testimonio, decisorio para contrarrestar las declaraciones de algunos acusados sobre su desconocimiento de la existencia de Mauthausen, cuando pudo mostrar las fotografías probatorias de su presencia, sobre todo en cuanto a Ernst Kaltenbrunner, jefe de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich y que acabó por ser condenado a muerte y ejecutado. Meses después, también aportó su testimonio gráfico en el tribunal americano de Dachau.
Su profesión lo llevó a viajes por varios países, Argelia, Praga y Budapest, como reportero de eventos deportivos y culturales, y a documentar actos políticos del PCE, sin que pudiera estabilizar su vida, como habían hecho otros supervivientes, ni rehacer los lazos con su familia, una vez frustrada por las autoridades el encuentro con su hermana Nuria.
Diezmada su salud debido a las secuelas de su internamiento, murió en el Hospital Rothschild de París, el 7 de julio de 1951, a los 30 años. Fue enterrado en el cementerio Thiais, donde su tumba, conservada por antiguos deportados, actualmente es objeto de una campaña para evitar su desaparición.