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El día 9 de mayo de 2014, la Fundación Salvador Seguí, ligada a la memoria de los movimientos libertarios, colocó una placa en homenaje a Florián Ibáñez, en el lugar donde estuvo su casa en la calle Josep Serrano del popular barrio de “Can Baró” de Barcelona. El acto, en el que también intervino un representante de la Amical de Mauthausen, sirvió para recordar a este anarquista quien, tras una vida de lucha por los derechos de los trabajadores, encontró la muerte en los campos hitlerianos.
En efecto, Florián había nacido en el seno de una familia humilde en Almansa (Albacete) el día 27 de marzo de 1903. De joven, parece que aprendió el oficio de zapatero y, después de pasar por la ciudad de Elche, recaló en la ciudad de Barcelona donde residió definitivamente. La casa de la familia estaba situada en la calle nombrada anteriormente y allí vivía también su hermana Josefa. Esta circunstancia será la que ha permitido recuperar su memoria que se había perdido durante los largos años de la dictadura franquista.
Cuando Josefa falleció, sus hijas iniciaron los trámites para hacerse cargo de la herencia. Desde el Registro de la propiedad les hicieron saber que como copropietario de la casa de la calle Josep Serrano figuraba también su tío Florián y que no podían hacerse cargo de la misma hasta que no presentasen algún documento que certificase su muerte. Quedaron sorprendidas, nada sabían de que la casa también fuese de aquel tío suyo que, según les había contado su madre, había desaparecido durante la guerra. Se les plantearon varios dilemas, ¿Dónde buscar? ¿Cómo y dónde podían encontrar información que certificase la muerte de su tío Florián? ¿Cuáles habían sido las circunstancias que habrían rodeado aquella desaparición? ¿A quién pedir ayuda? Por suerte, la colaboración de una amiga de origen francés, muy interesada en todo lo concerniente la Guerra de España les permitió esclarecer aquellas incógnitas: mediante una simple búsqueda en internet pudieron saber que su tío Florián había fallecido en Gusen el 6 de septiembre de 1941. A partir de aquella información encontraron el camino para solucionar los trámites burocráticos que tenían pendientes.
Pero quisieron saber más sobre su tío. Descubrieron que fue un obrero anarcosindicalista activo que estuvo en primera línea de las luchas de clase en aquellos años convulsos; que fue un luchador antifascista en la Guerra de España y que, como consecuencia de la derrota republicana se vio obligado a exiliarse en Francia; que fue detenido por los alemanes en la primavera de 1940 y deportado a Mauthausen el 21 de enero de 1941 y que, su último destino fue el campo de Gusen, donde falleció tres meses más tarde.
La sencilla placa metálica que le recuerda en el espacio donde estuvo su casa, es observada por sus vecinos y aunque muchos no sepan quien fue, su nombre ha quedado incorporado a la memoria colectiva de la ciudad.